"Érase un hombre a una nariz pegado" es el primer verso del poema "A una nariz" escrito por el célebre poeta y dramaturgo español Francisco de Quevedo. El poema fue publicado por primera vez en 1606 como parte de su obra "Sueños y discursos".
En el poema, Quevedo utiliza la nariz como metáfora para criticar la vanidad y la soberbia del ser humano. El verso inicial, "Érase un hombre a una nariz pegado", es famoso en la literatura española y se ha convertido en una frase muy citada y referenciada en la cultura popular.
Quevedo continúa el poema describiendo la nariz como una "sierra de alquiler", una "catedral", una "encrucijada" y otras imágenes satíricas y exageradas para enfatizar la grandeza de esta característica facial. El poema es un ejemplo del ingenio y la habilidad literaria de Quevedo para crear juegos de palabras y metáforas punzantes.
En resumen, "Érase un hombre a una nariz pegado" es el primer verso de un famoso poema escrito por Francisco de Quevedo que usa la nariz como símbolo para criticar la soberbia y la vanidad de las personas. El poema es reconocido por su ingenio y su uso de metáforas satíricas.
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